
Caída en la popularidad de Lula
A más de dos años del inicio de su tercer mandato, el presidente brasileño Luiz Inácio “Lula” da Silva enfrenta un severo desgaste político que impacta directamente en su imagen pública. Las encuestas revelan una desaprobación récord del 57% y una aprobación del 40%, marcando una tendencia de "cansancio" en la población.
Pérdida de apoyo entre sus seguidores
Lo preocupante para el mandatario es que la pérdida de popularidad también se refleja entre sus seguidores históricos, aquellos con ingresos bajos. En este grupo hay un empate técnico, con una aprobación del 50% y una desaprobación del 49%, muy por debajo del 69% que registraba en julio de 2024.
Además, según encuestas de Genial/Quaest, para la mayoría de los brasileños (56%) el actual mandato de Lula es peor que sus dos anteriores, y un significativo 44% considera que su gestión es peor que la de su antecesor, Bolsonaro. Hace un año la percepción era totalmente distinta, ya que el 51% consideraba a Lula como un mejor presidente.
Causas del desgaste
Los analistas políticos coinciden en que varias son las causas que han llevado a este desgaste. Por un lado, Lula no cumplió su promesa de mejorar la situación económica de los sectores más humildes, y la fuerte inflación impacta negativamente en estos estratos sociales.
La desvalorización del real frente al dólar, reaching mínimos históricos en diciembre pasado, genera preocupación. A ello se suma el escándalo de corrupción conocido como “fraude del INSS”, que involucra al hermano del presidente y afecta a millones de jubilados.
Este caso ha sido determinante en la caída de la imagen de Lula, ya que se trata de un esquema de descuentos indebidos en las jubilaciones para pagar cuotas a sindicatos y asociaciones vinculadas a su partido, el PT.
La promesa de campaña de mejorar la economía y las revelaciones de corrupción contrastan fuertemente con la realidad que vive Brasil, llevando a la población a un estado de decepción y pérdida de confianza en su gobierno.
El futuro cercano parece incierto para Lula da Silva, quien ve cómo su popularidad se erosiona a pasos agigantados.