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Los demonios de la Santa Sede

Los demonios de la Santa Sede y los desafíos que hereda el próximo papa

El Vaticano, el Estado más pequeño del mundo, ha sido escenario de numerosos escándalos a lo largo de su historia. Desde agresiones sexuales hasta delitos financieros, pasando por espionaje y asesinatos, los "pecados" de la Iglesia católica han sido numerosos.


Agresiones sexuales y delitos financieros

Los crímenes más graves a los que se enfrenta la Iglesia en el siglo XXI son, sin duda, las agresiones sexuales cometidas por eclesiásticos contra menores y religiosos. El próximo papa deberá continuar el trabajo de investigación y reparación llevado a cabo por el papa Francisco.

Además, los delitos financieros también han sido un problema dentro de la Iglesia, con el cardenal italiano Angelo Becciu, el hombre símbolo de la lucha contra la corrupción, como ejemplo más destacado.


El harén del Palacio de Letrán

A lo largo de la historia, la Iglesia ha vivido períodos verdaderamente escandalosos en materia de costumbres. El papa Juan XII, en el siglo X, transformó el Palacio de Letrán en un harén, y cinco siglos después, Alejandro VI Borgia organizó una orgía con motivo de las bodas de su hija.


El nepotismo de los papas reyes

Las dinastías papales del Renacimiento, como los Médici, los Pamphili o los Borgia, se caracterizaron por su riqueza y por un nepotismo que empobrecía a otras familias. Los pontífices se comportaban como "papas reyes" y enriquecían a sus allegados mientras hablaban de moralidad.

Un ejemplo de ello es el Banco Ambrosiano y su director, Roberto Calvi, encontrado ahorcado en Londres en 1982, relacionado con el reciclaje de dinero de la mafia.


Asesinatos y misterios sin resolver

En 1998, el comandante de la Guardia Suiza, Alois Estermann, fue asesinado en su apartamento junto a su mujer por uno de sus hombres, que se suicidó después. El motivo sigue siendo un misterio.

Los diferentes tipos de casos y épocas demuestran que el discurso moral de la Iglesia choca con las fallas del papa y su corte, como denunció Martín Lutero en el siglo XVI.