
La ira en la ciudad
Por Jaime Duran Barba
Un tiempo nuevo
La ira es un sentimiento que recorre todas las sociedades, alimentado por quienes se sienten excluidos, discriminados o no escuchados. Muchos de los líderes que promueven este sentimiento son, a su vez, víctimas de maltratos o bullying en su infancia, y a pesar de llegar a ser ricos y poderosos, nunca superan ese resentimiento hacia quienes los hicieron sufrir.
En la actualidad, la ira se expresa a través de teorías conspirativas y sentimientos negativos, que encuentran en el populismo un canal para manifestarse. Los líderes mesiánicos canalizan este enojo hacia las élites tradicionales, tanto de izquierda como de derecha, y hacia una supuesta "casta" dominante.
Un ejemplo de ello es Javier Milei, whose promise to punish the elite resonates with his followers. Su imagen pública es positiva, a pesar de la caída en la evaluación de su gobierno. Su discurso y actitudes confrontativas son bien vistas por quienes se sienten frustrados e incomprendidos.
La pandemia y la era digital han potenciando este fenómeno. La mayoría de las personas se vuelcan a Internet como fuente de información, lo que lleva a que las teorías conspirativas y los sentimientos de ira se diseminan caóticamente. El ataque al pensamiento disidente y a los medios críticos es otra cara de esta moneda.
Argentina está viviendo una época política particular, donde la popularidad de los líderes parece primar sobre las ideologías y los programas de gobierno. Las próximas elecciones en la ciudad serán un reflejo de ello. La fuerza de Javier Milei parece difícil de transferir a otros candidatos, mientras que el PRO, antes una maquinaria invencible, se ha desgastado y aislado.
El peronismo, por su parte, apuesta a captar el voto republicano huérfano del PRO y a atraer a aquellos descontentos con el gobierno actual. La división y la falta de diálogo entre los dirigentes políticos son reflejo de esta era de ira e incomprensión.
En conclusión, la sociedad argentina se encuentra en un momento de gran enojo y frustración, que se traduce en una política populista y polarizada. Los votantes serán los encargados de poner orden en este panorama caótico.